El Paso de Texas y la mexicana Ciudad de Juarez glorificadas en el country clásico, permanecen en las orillas opuestas del Río Grande y siguen plasmando, como antes en los tiempos del viejo Oeste, la frontera entre la anarquía y la civilización. Sin embargo, hoy en día no van corriendo por el famoso puente las bandas de atracadores, sino pasan miles de camiones cargados de mercancías, de las cuales la cocaína es la mercancía principal en las últimas decadas.
Precisamente en este lugar se acumula una cantidad sin precedentes de narcóticos provenientes de toda América Látina como lo son: la heroína, anfetaminas, LSD y por supuesto la cocaína. No es de extrañar por eso que Ciudad Juarez no sólo sirva de punto de tránsito entre México y Estados Unidos, sino tambien es la ciudad con el más alto índice de criminalidad del mundo, cada día acá pierden la vida de manera violenta al menos diez personas.
Casi cada mañana se pueden ver en las calles las cabezas degolladas, coches con señas de disparos, cuerpos quemados y todo esto es lo que queda tras las disputas nocturnas entre los cárteles en este lugar, así luce el punto final de la ruta de la droga antes de entrar en territorio de los Estados Unidos. Sin embargo, después de cruzar Río Grande, todas las luchas contra las drogas se acaban como si se tratara de un truco de magia. Eso no se debe tanto a las acciones de la policía antidrogas como a la estructura del estado estadounidense y sus corporaciones. Es de suponer que con el apoyo de la Administración de Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) que forma parte del Departamento de Justicia de los Estados Unidos, las drogas ya hace tiempo forman parte de un gran negocio y se integraron fírmemente al sistema financiero.
Perdió sentido ocultar eso después de que el director ejecutivo de la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (UNODC) Antonio María Costa declarara que precisamente el dinero de los narcocárteles salvó al sistema bancario estadounidense de un colapso definitivo durante la crisis financiera del 2008. El déficit fatal de la liquidez pudo superarse gracias a una inyección de 350 mil millones de narcodólares que se invirtió a tiempo. «El sistema estaba prácticamente paralizado porque la banca era reacia a dar crédito al mercado interbancario, señala Costa, y entonces los créditos fueron dados a través del capital que fue adquirido del tráfico de drogas y otras actividades ilegales. Esto salvó a muchos bancos.»
Según parece, la legalización masiva del dinero del narcotráfico empezó hace bastante tiempo atrás. El caso más sonado sucedió en verano de 1999 cuando se supo de la visita de Richard Grasso, presidente de la bolsa de valores de Nueva York, a Colombia para reunirse con los líderes de la guerrilla de las FARC que trafican con drogas. El empresario ni siquiera ocultó que había animado a los latinoamericanos a legalizar sus ganancias millionarias invertiendo en las acciones en Wall Street.
Al final, ¿a quién le importa el origen del dinero si se trata de cifras terminadas en doce ceros? De acuerdo al Fondo Monetario Internacional y la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, miles de bancos en todo el mundo lavan anualmente hasta 1,5 billones de narcodólares, tomando en cuenta que el 80 % de este dinero se deposita en EE. UU., esto quiere decir que las inyecciones anuales de dinero sucio a la economía estadounidense ascienden a 1,2 billones de dólares. De hecho, la economía de Estados Unidos depende de las inyecciones de narcodólares al igual que cualquier drogadicto necesita cada vez una dosis mayor de drogas.
Una tonelada de cocaína al día
El camino de la poción asesina comienza en Sudamérica, en Colombia y en Perú, dos países líderes en producción de drogas. Pablo, un hombre de 35 años de edad, es responsable de la logística en uno de los cárteles colombianos más antiguos. Según la policía, fue arrestado tres veces y es culpable de cuatro asesinatos. Es normal que el “empresario de las drogas” vaya a todas partes escoltado por dos guardaespaldas y lleve ajustado al cinturón un enorme Magnum 357.
El vendedor de muerte está bastante contento de poder hablar de su negocio. « Vivimos en un mundo en el que manda el dinero. Si alquien te da algo gratis, solo podrían ser unas monjas haciendo obras de caridad. Pero hasta ellas te pedirán algo a cambio como por ejemplo ir a una misa. En esta vida hay que pagar por todo y las drogas también son un producto y necesito venderlo. Claro, hay un pequeño problema: las drogas están fuera de la ley. Pero, ¿qué dirían ustedes si el petroleo estuviera fuera de la ley? Juzguen ustedes mismos, cada día entra a EE. UU. una tonelada de drogas! Imagínenselo, ¡una tonelada cada día! Allá va casi el 95% de la producción de los narcocárteles colombianos. Eso le va bien tanto a la DEA, como a la policía norteamericana y a la policía colombiana, si no fuera por nosotros, mucha gente se quedaría sin trabajo y lo más importante, mucho dinero va a sus bolsillos, las drogas incautadas prácticamente nunca se destruyen , al contrario, esas drogas se venden a través de nuestros propios canales. Me acuerdo de una caricatura en donde detienen un camión con dos toneladas de cocaína, el oficial ordena al sargento comunicar a la base que el camión llevaba 1500 kilos de cocaína, el sargento manda transmitir por radio que fueron secuestrados 1000 kilos de droga, y el radista comunica a la base que el camión sólo transportaba 500 kilos de cocaína. Un esquema como éste existe en la lucha contra el tráfico de drogas.
La policía y la DEA aseguran que fumigan constantemente en las montañas de Colombia, sin embargo, cada día se descubren más plantaciones de coca y marihuana. Las drogas son un enorme negocio para muchos. Pero las cantidades grandes de dinero no están acá, están en los bancos estadounidenses. En Estados Unidos todos son hipócritas ya que dicen que los latinos les molestamos, que somos un tumor en la sociedad norteamericana, pero no pueden vivir sin nosotros. ¿Quién les limpia la casa, quién les cocina, quién hace todo ese trabajo sucio? Los inmigrantes ilegales, a quienes ellos persiguen! Lo mismo pasa con las drogas, nos pide todo el mundo darles más y más drogas, así que nosotros cumplimos lo que ellos nos piden y el Gobierno nos fastidia pero, ¿con qué fin? Simplemente para que los precios suban y entonces todo el mundo queda contento, la DEA, y la policía norteamericana, y la policia en nuestros países.»
La DEA, mencionada tantas veces por el narcotraficante, es el arma principal de Estados Unidos en su lucha contra el tráfico de drogas. El Departamento Federal se financia generosamente (su presupuesto oficial supera 3 mil millones de dólares), tienen muchísimo personal (alrededor de 7 mil agentes secretos), dispone de modernos medios informáticos y técnicos de espionaje, centenares de aviones, embarcaciones de alta velocidad, tiene recursos importantes de propaganda y tienen acuerdos de colaboración firmados con las instituciones correspondientes de 65 países. Aparentemente, todo es perfecto pero si se mira bien en la actividad de la DEA, se pueden descubrir varios detalles desagradables.
Departamento de lucha por la droga
La DEA se volvió fuerte a finales de los años 90, cuando EE. UU. anunció una cruzada contra los cárteles y empezó a efectuar así el llamado el Plan Colombia. Sin embargo, se pensaba combatir el tráfico no eliminándolo sino ejerciendo control sobre él. El Plan Colombia preveía el apoderamiento por parte de infiltrados encubiertos de la DEA en cargos relevantes en las organizaciones delictivas relacionadas con el tráfico de drogas, y la “expansión operativa” dentro de las estructuras en el futuro. Además, había otras metas que eran derrotar la guerrilla de izquierda marxista en Colombia, hacer trasladar una parte del narconegocio desde Colombia a Venezuela y más tarde a Ecuador (para poder comprometer a los gobiernos de Hugo Chávez y Rafael Correa); encontrar motivo para ubicar en la región nuevas bases militares estadounidenses. ¿Qué está pasando con el Plan Colombia en la región?
«La situación se ha agravado, explica Julio Gutiérrez, líder de los sindicatos agrarios de los productores de coca en la provincia colombiana del Putumayo , en realidad nos obligan a cultivar coca. Antes cultivábamos alimentos tradicionales para esta zona, tales como plátanos, yuca, papas, arroz pero cuando quedó claro que era más barato producir coca acá que en Bolivia, no nos dejaron otra opción. Para nosotros es una cuestión de supervivencia, nosotros cobramos una miseria de los miles de millones que se mueven alrededor de la droga y que en general se quedan en los bolsillos de la mafia en los Estados Unidos, nos convertimos prácticamente en siervos. La presencia constante en la región del Ejército, mafia y guerrilla hace que nuestra vida sea insoportable, estamos convencidos de que la política de nuestro Gobierno está dictada por completo precisamente por los norteamericanos, de hecho ellos no están interesados en la captura de los capos de verdad. Ustedes saben que el consumo de drogas en EE.UU. y Europa nunca disminuye sino aumenta de un año para otro y cada año nos obligan a ampliar las plantaciones de coca, de la que vivimos todos acá, la mafia, la policía y los funcionarios».
Desde 1999 el Congreso de EE. UU. otorgó para el Plan Colombia no menos de 6 mil millones de dólares. Sin embargo, los resultados de su realización fueron decepcionantes. En Colombia en 2008 las plantaciones de coca aumentaron en un 26% y creció la producción de la cocaína en un 16%. De acuerdo al plan, la DEA planificaba reducir la producción de la cocaína colombiana dos veces, hasta 300 toneladas anuales, pero en realidad Colombia produce hasta 600 toneladas de producto neto.
El primero en acabar la actividad de la DEA en su país fue el presidente de Venezuela Hugo Chávez. El presidente boliviano Evo Morales siguió su ejemplo. El presidente ecuatoriano cerró en 2009 la base en Manta que había sido presentada por los norteamericanos como el centro regional de control de tráfico de drogas.
Parece increíble, pero el hecho de cerrar las representaciones de la DEA hizo que mejorara la situación de la lucha contra la droga. Por ejemplo, según el informe preparado para el presidente boliviano por el coronel Gonzalo Quezada, el comandante de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico (FELCN): «En 2012 fueron efectuados aproximadamente 13 000 operativos de la policía contra los narcotraficantes, lo que supuso para los narcotraficantes unas pérdidas de alrededor de 32 millones de dólares en efectivo. Además, fueron incautados un número grande de coches y armas. Таmbién fueron destruídas 11 043 hectáreas de las plantaciones de coca, de las que no están controladas por los sindicatos de productores de coca, fueron retenidas 36 toneladas de cocaína y 407 toneladas de marihuana». En el informe también se indicaba que en todos los operativos antinarcóticos no hubo pérdidas entre los militares y policías involucrados en ellos, a diferencia de los operativos de los años anteriores.
Lavandería en Wall Street
Luego de publicar algunos datos sobre la actividad de la DEA, ya nada es de sorprender. Por ejemplo, fue descubierto que prácticamente todas las grandes “fábricas” en Bolivia de producción de la droga en el departamento de Santa Cruz, las encubría esta organización. En 1995 los agentes antinarcóticos en el marco de un operativo especial, organizaron el envío a EE. UU. de un avión cargado de 4 toneladas de cocaína, luego llegó a ser algo habitual y se explicaba que era necesario hacer los “envíos de control” para poder detectar los canales que utilizaba la narcomafia.
Los cuidados constantes de la DEA de garantizar unos canales seguros para enviar el cargamento de droga “de control” a EE. UU. (a través de América Central, México y los países del Caribe) hicieron que en la región aparecieran las estructuras de la mafia se solidificaran. La simbiosis entre los narcos y el gobierno que se formó rápidamente, demostró su eficiencia y empezó a intensificar su actividad en el mercado. No es de sorprender que teniendo todo el poderío económico y militar, EE. UU. y sus aliados hasta ahora no han podido (o no han querido) eliminar o rebajar hasta un nivel crítico la actividad de los narcotraficantes. Los volúmenes crecen, lo que significa que aumentan las inyecciones de narcodólares a la economía norteamericana. Según se estima, hoy en día la narcomafia posee la mitad de las empresas de inversiones y fondos, mientras que el boom de la inversion de los años 2000 se debía , entre otras cosas, a que en la bolsa empezaron a operar las empresas que lavaban el narcodinero. La narcoindustria prácticamente controlada por la DEA se ha convertido actualmente en uno de los inversores más grandes de EE. UU. Sucede que luego de quince años el plan ideado por el director de la bolsa de Nueva York se volvió realidad, cientos de miles de millones de narcodólares empezaron a fluir hacia la bolsa de valores, de cuyo crecimiento y desarrollo les gusta hablar tanto en Wall Street. No hace falta tener un título de Ph. D. en ciencias económicas para poder comprender una cosa: en caso de que se corte el flujo importante de la narcofinanciación, los índices de Dow Jones y NASDAQ podrán dejar de batir un récord tras otro, y el estancamiento en la bolsa en un instante arrastrará hacia abajo la economía que acaba de salir a duras penas de la crisis. Así que algunos políticos norteamericanos no están interesados en absoluto en eliminar o ni siquiera luchar contra el tráfico de drogas, y por consecuencia, no quieren luchar contra el envenenamiento de su propio pueblo, ¿qué sentido tiene sacrificar la gallina que pone los huevos de oro?
FBII
o 
