Bases militares de Estados Unidos se han convertido en epicentros de violencia y la delincuencia.
En el otoño de 1945 la revista Time escribió que el comando de EE.UU. envió al contingente en Alemania 50 millones de condones mensualmente. El gobierno japonés abrió una red de prostíbulos para soldados pero aún así registraba 300 violaciones al día. Desde entonces pasaron casi 70 años pero a veces parece que para los soldados americanos ha cambiado muy poco.
Japón
"Me prometieron enseñarme rapear y dijeron que tenían una botella de tequila, cuenta aguantando las lágrimas Satsuki de 16 años de edad. En el hotel empezaron a burlarse de mí y me llamaron prostituta, cuando estaba a punto de irme uno me agarró por el cuello y los otros dos por las piernas, empecé a gritar, me golpearon en la cara y continuamente me tapaban la boca. No recuerdo cuánto tiempo duró... Cuando me dejaron en paz salí corriendo de la habitación y corrí a casa"...
Es difícil de comprender pero en Japón decenas y cientos de chicas pueden contar una historia parecida, pero no lo hacen, sus seres queridos pueden estar al tanto de lo que ocurrió pero también guardan silencio. En la tradición local no se acepta compartir su dolor con los demás. Además, para los japoneses no hay nada peor que la vergüenza de humillación experimentada y es por eso que muchas víctimas toda su vida ocultan el hecho de violación.
"Nos enteramos de todo por accidente, dice la madre de Satsuki. Cuando la niña llegó a casa llorando no le preguntamos nada porque decidimos que era un conflicto en su escuela. Les pasa a menudo a los jóvenes de hoy en día, incluso el hecho de llegar a pelear. Lo terrible sucedió el sábado cuando Satsuki se encontraba en la escuela, vinieron un policía y un hombre estadounidense y nos contaron todo. Ella fue por su propia cuenta al hotel con los soldados, luego salió corriendo con la blusa rota, hecho que vieron los empleados del hotel y de inmediato llamaron a la policía. Cuando abrieron la puerta en la habitación se encontraban tres afroamericanos en estado de ebriedad. Nosotros no dirigimos una petición para que el caso fuera investigado por la policía japonesa ya que si se enteran nuestros vecinos, para nosotros sería una vergüenza que sufriríamos por el resto de nuestras vidas".
Como resultado las investigaciones se realizan por la policía militar estadounidense y ella transfiere el caso a un tribunal militar. Sin embargo, el sistema de justicia militar se ha mostrado tan humanitario que los resultados de sus operaciones por sí mismos rechazan cualquier argumento sobre la "justicia". ¡De los 45 000 incidentes con soldados estadounidenses que tuvieron lugar en el territorio de Japón, incluyendo 512 muertes, ni uno de los delincuentes ha terminado en prisión! Además, el 40% de los responsables por incidentes no han sufrido ni siquiera una sanción administrativa.
¿Después de eso habrá que extrañar que las bases militares de EE.UU. en Japón se encuentren en el primer lugar por el número de violaciones en el mundo? Las investigaciones civiles que tienen lugar aquí son sólo por unos pocos casos similares. Más a menudo cuando a la víctima le hacen grave daño y ella resulta en estado inconsciente en el hospital. El caso más conocido se produjo en 1995. Un oficial de la Marina de los EE.UU. y dos infantes de marina golpearon y violaron a una escolar. En aquel entonces a las calles salieron cerca de 90 000 japoneses. La cuestión de poner freno a los soldados estadounidenses e incluso de la retirada de todas las bases militares de EE.UU. en Japón se elevó a más alto nivel, pero, en general, nada ha cambiado.
"La mayor parte de las tropas estadounidenses están situadas en bases de Okinawa (territiorio situado al sur del Japón), cerca de Tokio. En verano la temperatura llega a 50 grados con 100 % de humedad, cualquier persona no puede soportar físicamente tales condiciones, por lo tanto, el comando envía a Okinawa a militares más adaptados al clima duro. En su mayoría son de origen afroamericano, árabe americano y latinoamericano. Según las estadísticas, en estos grupos el nivel de delitos es un poco más alto debido a su naturaleza sexual" trata de explicar la situación Dennis Kutcher, un oficial superior que sirve en una base de la Fuerza Aérea de los EE.UU.
¿Qué tan alto es este nivel? De acuerdo con datos del territorio de Okinawa (para el período 1972-2010) cada mes siendo participantes militares de EE.UU. se producen 23 incidentes, 13 de ellos penales. No sorprende que en el periódico regional "Ryukyu Simpo" hay una sección de "Delitos e incidentes causados por soldados estadounidensess". A pesar de que los maestros aconsejan a los niños en el camino a casa no pasar cerca de bases militares esto no ayuda siempre. Recientemente unos soldados borrachos atacaron a un adolescente de 13 años de edad que estaba viendo la televisión en su propia casa.
Alemania
Si en Japón están prestando servicio 35 000 soldados estadounidenses, en Alemania son 64 000. Sin embargo, las damas locales de este lugar llaman mucho más la atención que las japonesas por lo que los crímenes de aquí son diferentes, en donde predominan lesiones graves y drogas. Los soldados afroamericanos y las personas con raices árabes han establecido fuertes relaciones con grupos delictivos étnicos y venden drogas activamente en las bases y entre la población local.
En Alemania no castigan por la posesión de pequeñas cantidades y el uso de drogas. Pero el tráfico de drogas se considera aquí un delito serio. Pero esto parece no importarle a los soldados sabiendo que todo el personal militar de los Estados Unidos, el personal civil de las bases e incluso los miembros de sus familias no estan exceptos de cumplir con las leyes locales y se encuentran bajo la jurisdicción del comando de EE.UU. Los comandantes simplemente se hacen los de la vista gorda ante algo tan grave como lo es el tráfico de drogas pero que al parecer para ellos es algo insignificante.
Por la misma razón, los soldados sin mucha vacilación empiezan peleas a menudo en estado de ebriedad. De todas maneras la policía alemana envía a los alborotadores a la base y ahí lo peor que les amenaza es una celda de castigo. Aunque a veces suceden incidentes mas graves. "En la Pascua, dos soldados formaron una cuchillada justamente enfrente de mi ventana, cuenta un residente de Ulma Caspar. Uno de los soldados cortó a su compañero en la cara y el cuello y luego trató de presentar la historia de tal manera como si este hubiese sido atacado por vándalos locales. Pronto, sin embargo, la víctima salió del coma y confesó lo que era en realidad. Yo también dí testimonio ".
Para dar salida a la energía sexual no gastada de los soldados jóvenes, el comando norteamericano en Alemania todavía en los años 70 permitió tácitamente acudir a las prostitutas alemanas, por eso alrededor de las bases militares prosperan los barrios rojos. En Stuttgart es el barrio Bonenfirtel y se puede ver a los soldados con las cabezas rapadas en cualquier momento del día o la noche.
En el prostíbulo Electric Barbarellа a la prostituta con mucha experiencia laboral, Anita se le cambia la cara al mencionarle las bases de EE. UU.: «Los estadounidenses son malos, son brutos. Pero son mis clientes principales».
“Los soldados no paran de venir”, asegura Lina, una chica con curvas que llegó a Alemania de Europa del Este hace dos años y que trabaja en un club con el nombre de Cleopatra. Según ella, sólamente se dedica a “recibir y entretener a los clientes”. Dice que “a veces vienen vestidos de civiles, a veces, visten uniformes militares. Suelen buscar una chica para dos”. Lina dice no haber tenido nunca un problema con los GI (así se llaman a sí mismos los soldados estadounidenses), pero no hace mucho una colega suya en un local vecino no tuvo suerte: algo no les gustó a dos soldados y le dieron una paliza de muerte. La policía alemana decidió no intervenir, mientras que la policía militar estadounidense echó tierra al asunto. Según Lina, casos así pasan contantemente.
En todas partes
Lo peor de todo es que esto es sólo el pico del iceberg cuyos tamaños dan miedo, ya que la mayoría de los crímenes se cometen precisamente en las bases militares. Esto se puso en evidencia después de que fuera publicado el reporte de 1500 páginas de la Comisión de la prevención y secuelas de los abusos sexuales del Ministerio de Defensa de EE. UU. En las cuales según los datos oficiales del Pentágono, se registraron en el 2012 en las fuerzas armadas estadounidenses 3374 casos de abusos sexuales, según la gran encuesta anónima realizada por la Comisión, 9 de cada 10 víctimas de la agresión sexual simplemente no lo denunciaban. ¡Es decir, que el año pasado el número de las víctimas de la agresión sexual en las fuerzas armadas ascendió a 26 mil personas! ¡A diario en las fuerzas armadas se cometen 70 (!!!) violaciones! Da miedo imaginar el nivel de la “simple” violencia física, estas pequeñeces simplemente no se registran en el Ejército. Aparte de todo esto está pasando en lo que se considera el Ejército más potente del mundo. El Ejército que dispone de las armas mortales más modernas. Que cuenta con 1,6 millones de militares profesionales. Que tiene 865 bases militares en 130 países del mundo (lo que representa el 95% del número general de las bases extranjeras en el mundo). Aunque a la luz de las estadísticas publicadas sería más correcto en vez de llamarlas bases militares, llamarlos centros de delincuencia, que merecen ser vigilados desde adentro en vez de por fuera.
¿Por qué el comando no es capaz de solucionar el problema de los abusos que parecen pertenecer a la Edad Media? Lo explican a menudo los expertos alegando las tradiciones y subordinación, sin embargo el incremento de los casos de la agresión sexual el año pasado de 19 a 26 mil casos se debe en parte al permiso oficial para los homosexuales declarados en cumplir el servicio en el Ejército. La mayoría de las víctimas en las fuerzas armadas de EE.UU. (14 mil) eran hombres, y sólo 12 mil eran mujeres. Además, salta a la vista la simple falta de profesionalidad y de ganas de combatir el problema: sólo en mayo pasado fueron detenidos por comportamiento improcedente de carácter sexual y por haber involucrado a personas en el ejercicio de la prostitución a dos coordinadores militares del programa de prevención de agresión sexual.
En cuanto a la violencia física, la razón que existe es aún más sencilla. Cuando a parte de los reportes victoriosos empezaron a llegar de la zona de las hostilidades cientos de ataudes, el número de las personas deseosas de cumplir el servicio en el Ejército estadounidense disminuyó drásticamente. Pero era necesario suplir a los militares caídos. Entonces los militares acabaron con la política que habían empleado hasta el momento de no prorrogar los contratos a las personas no deseadas. Si en 1994 hubo 4000 tales renuncias, ya para el año 2006 su número disminuyó hasta 81. Algo similar sucede en el caso de los reclutas. Los criterios y requerimientos para ser apto para el servicio activo habían bajado bastante, lo que hizo que una avalancha de la gente marginal y extremista formara parte de las fuerzas armadas en los años 2000.
En su libro “Ejército Irregular” el periodista Matt Kennard citó las palabras de un agente del FBI el cual habló bajo anonimato de que los miembros de las bandas afroamericanas y latinas utilizan las fuerzas armadas con tal de preparar y entrenar a los soldados para sus propias unidades. El agente federal apunta que ellos “aprenden la preparación artillera... obtienen acceso a diferentes tipos de armas y conocimiento sobre ellas, y después pueden usar este conocimiento para sus propios fines”. Si recordamos que son 865 las bases militares norteamericanas en el extranjero, resulta que aparte de exportar democracia, EE. UU. junto a su Ejército expande activamente la violencia y el crimen.
FBII